El Consejo Nacional de Sustancias Psicotrópicas y Estupefacientes (CONSEP), ha reconocido al alcoholismo como una enfermedad que puede ser controlada pero no curada. Uno de los síntomas es un incontrolable deseo de beber. Seguirá en aumento. Si la enfermedad no es controlada puede resultar en locura o la muerte. La única manera de contrarrestar el alcoholismo es una abstinencia total.
Varias autoridades en la materia coinciden en que el alcohólico, aun con algunos años de sobriedad, no puede controlar sus tragos cuando comienza a beber nuevamente. Por fortuna, hoy existen muchos tratamientos exitosos para el alcoholismo. Alcohólicos Anónimos es el más difundido y considerado mundialmente, el más eficaz. El alcoholismo ya no es una condición sin esperanza, siempre y cuando sea reconocido y tratado.
Los alcohólicos pertenecen a diferentes clases sociales. Solamente de tres a cinco por ciento de los enfermos alcohólicos son vagabundos, el resto conserva a su familia y empleos y se maneja más o menos bien, aunque su forma de beber puede afectar su vida social y su trabajo.
Se considera como enfermo alcohólico a aquel que tiene problemas en cualquier aspecto de su vida a causa de la bebida. El alcohólico bebe porque piensa que debe hacerlo, utiliza el alcohol como una muleta o un escape. Está dolorido emocionalmente y recurre al alcohol para matar ese dolor, pero a la larga depende tanto del alcohol que está convencido que no puede vivir sin él. Eso se denomina obsesión.
Algunos alcohólicos cuando tratan de dejar de beber sufren síntomas tan angustiantes por lo que recurren nuevamente a la bebida, pues sienten que es la única manera de aplacar la agonía. Esto se conoce como dependencia de alcohol. Es un tipo de enfermedad en la que el paciente no cree estar enfermo, a esto se denomina negación. Terminan por emborracharse, aun cuando se habían propuesto no hacerlo. Esto se llama compulsión.
Hay que tener en cuenta que a muchos de los alcohólicos les gustaría ser bebedores sociales ya que emplean mucho de su tiempo y esfuerzo tratando de controlarse para poder beber como otras personas.
La esperanza de recuperación estriba en su capacidad de reconocer su necesidad de ayuda, su deseo de dejar de beber y su disponibilidad para admitir que, por sí mismo, no puede lidiar con el problema del alcohol.
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