domingo, 2 de agosto de 2009

La pelota nacional seduce solo a los viejos quiteños

Este deporte se practica los martes, sábados y domingos desde las 14:00. Juegan en el estadio Wilson Dalgo, ubicado en la Mena Dos y en Chimbacalle, al sur de Quito. También en el parque La Carolina, al norte de la ciudad.


En sus ojos obscuros hay diligencia, vivacidad y astucia. En su voz hay tenacidad y alegría. Es un hombre de rostro cobrizo y cansado. Carchense de nacimiento. Su edad está alrededor de los 45 años. Tiene unas cuantas arrugas, dueño de una infancia traviesa, amiguero, nada materialista… así es José Antonio Chacón.

Tarde de sol y viento, el silbido de los árboles de Chimbacalle sopla en sus orejas. José lleva puesto una camisa a cuadros y un pantalón café desteñido. Es bajo de estatura, un poco gordito. Su carácter es vivaz y hasta un tanto parlanchín. Sus ojos enfocan un lugar distante de la tarde todavía no identificado.

José es jugador de pelota nacional. Todos los domingos por la tarde sale a las canchas para reencontrarse y distraerse con sus amigos, “Es mi deporte favorito, porque desde los 15 años aprendí a manejar la pelota de Guante”. Siente que la ubicación de la cancha es cuna estratégica para recabar la historia y las leyendas del juego. Recuerda con nostalgia que este juego se practica en Quito desde 1917.

Mientras mira el desarrollo de un cotejo con mucha euforia, José define a éste como el deporte más autóctono del Ecuador. Lo compara con el tenis, por las raquetas, pero aquí se llaman tablas o guantes, pues son más pesadas y rústicas. Está hecha de madera con pupos de caucho y pesa cerca de dos kilos.

El error en un saque le produce a José una sonrisa burlona. Después de unas cuantas bromas hacia sus amigos, prosigue con su relato y explica que existen tres tipos de bolas, todas elaboradas de caucho negro: de guante, de tabla y de viento. Está última es la más ligera y obliga a jugadas rápidas. Pesan alrededor de los 800 gramos.

“Es un deporte muy fácil de practicar”, expresa José. Opina que la cancha donde juegan es un rectángulo de nueve metros de ancho y 100 metros de largo, marcada en la mitad por una línea en el piso, sin red. Allí, se miden dos equipos, cada uno integrado por cinco jugadores, los que se ubican estratégicamente: sacador, torna, media torna y dos medios.

Su alma irreverente se manifiesta cuando luego de beber una cerveza en la cancha, responde a la pregunta: ¿En qué ya no crees? Contesta: “En los jóvenes que ya no les interesa aprender este deporte, porque ahora los juegos que los distraen son el fútbol, basket y videojuegos”.

De pronto, da un brinco. “Háganse a un lado conmigo, ya voy, yo ya voy”, expresa a la distancia José Chacón, mientras ingresa a la cancha. Termina el juego y pierde, pero volverá por la siempre esperada revancha, inyectando su sal, característica de la mayoría de practicantes de este juego.

El sol empieza a ocultarse. José Chacón junto con sus amigos se retira y se despide. Mañana será otra jornada.

El mundo “Drag Queen”

Una dorada luna, se extiende como único faro sobre la noche quiteña. La calle Manuel Larrea, muestra todavía rastros de su sórdido pasado, de mujeres de la vida y ansiosos visitantes noctámbulos. De repente en esa pesadumbre de casas sin rostro y calles muertas, una enorme estrella con luces navideñas aparece colgada del techo de una pintoresca casa.

Cruzo el portal para encontrar una pileta de piedra y unas gradas curvas decoradas con una larga enredadera que conducen al segundo piso. Se abre la puerta y un rostro sonriente, con uñas largas y muy vistosas. Manos fuertes y varoniles. Tacones altos, muy altos. Un vestido azul brillante moldea su cuerpo sensual. Sus párpados están cubiertos de escarcha. Llama la atención sus carnosos labios de color sangre. Me recibe con agrado Joffre Tapia, tiene 34 años y hace teatro drag desde algún tiempo en el Café Dionisios.

Es casi las 9:15 de la noche de un viernes de julio y los tambores suenan, la gente baila. Es una especie de carnaval. Sentado en una silla de metal y con un cigarrillo en su mano, Joffre explica que hacer teatro drag es una expresión de arte. “No es cuestión de ponerse un vestido y hacer la mariconada, pues no cualquiera puede hacerlo”.

Para maquillarse se necesita una o dos horas. “La primera vez que me maquillé fue horrible y ni qué decir de los tacones altos”. Lo que siempre debe llevar un Drag Queen, es sus tacones muy altos porque son unas reinas que deben imponerse. Un Drag Queen siempre es una diva. “En una ocasión resbalé y me pegué un suelazo pero lo bueno fue que la gente pensó que era parte del show”, añadió Joffre.

Para Natalia Sierra, socióloga de la “Universidad Católica del Ecuador”, los Drag Queen son hombres que exageran el estereotipo que se denomina femenino, debido a que la resistencia cultural a parodiar e ironizar la feminidad conlleva a la deconstrucción de dicha feminidad, no solo desde los ámbitos del cuestionamiento, sino desde la mofa.

A decir de Joffre, hacer drag es sacar lo que lleva en lo más íntimo de su corazón. “En escena me despapayo. Es dar a conocer que estoy vivo. Estoy aquí y sólo déjenme hacer lo que quiero”.


“El Drag Queen es justamente el romper los estereotipos y las formas. Además es un estilo que exagera los roles estereotipados de cada género”, añade Joffre.

Gabriela Jaramillo, quien es lesbiana y representante de la Fundación de Estudios, Acción y Participación Social (FEDAEPS), define al Drag Queen como un ser que juega con un personaje andrógeno que no tiene sexo, que no tiene género. “Ese ser andrógeno que estamos mirando es el que nosotros estamos queriendo para la juventud. Que ya no tengan que entrar en esa cuestión tan cuadrada de que el hombre masculino, la mujer femenina, la mujer para la casa, el hombre para la calle, todos esos estereotipos se rompen”.

Dentro el ambiente es acogedor, el olor a incienso se esparce por unas pocas mesas, con velas expuestas frente a un pequeño escenario. La música electrónica invade las paredes, finalmente se acercan Xavier, Martín y Cayetana quienes ofrecerán en tan solo una hora un show muy especial.

Son las 9:30pm, Xavier, Martín y Cayetana sufren un cambio superior. Sus rostros es un lienzo para una obra de arte, sobre la base, el delineador negro se desliza con suavidad sobre sus ojos, cejas, labios y da formas extravagantes a los mismos. Luego aparece color en los labios, ojos y el toque indispensable la escarcha. Sus ropas llenas de color y glamour, cubiertas de luces, envueltas por cedas y fastuosos vestidos que en muchos casos recuerdan a películas futuristas, separadas de la tierra por decenas de centímetros que poseen sus tacones y con el objeto de escandalizar, de desafiar, de dar espectáculo, las convierte en verdaderas divas, en reinas de la noche.


Regreso al puesto de espectador, el sonido de una campana hace que las luces se apaguen y una voz anuncia el nombre de la obra, “Mujer de casa”. Se abre el telón, el majestuoso espectáculo ha comenzado.
Mientras tanto Joffre manifiesta con un poco de enojo que “no se puede generalizar y decir que todos los Drag Queen son homosexuales. Muchos de ellos lo hacen por amor a la actuación. Aman hacerlo porque es una manera de sacar a flote su naturaleza femenina y verse como ellos desean”.

Patricia Lucero, psicóloga general, explica que “un Drag Queen no posee un trastorno mental, más bien es un componente hormonal. Puede presentarse en la niñez por muchos aspectos, por ejemplo por haber sido víctima de un abuso sexual por parte de alguien de su mismo sexo”. A decir de Patricia, la figura exageradamente femenina de los Drag Queen, los convierte en protagonistas, hasta tal punto que florece el carácter erótico sexual sobre todas las cosas. Pero esto no quiere decir que los Drag Queen estén representados por homosexuales.

“Entonces queda claro que ser Drag Queen no implica necesariamente la homosexualidad, sino el adaptar papeles dramáticos, lúdicos, teatrales a personajes que se atreven a indagar en los lados ocultos de su personalidad. El drag es un mundo en el que prima la connotación artística y que lleva a escena personajes caricaturescos, llenos de sensibilidad y creatividad”, añade Joffre.

Culmina la obra con un júbilo de aplausos. Se cierra el telón, pero queda la sensación de que los Drag Queen aún son fuente de miras acusadoras. Miradas que contemplan de manera extraña y denunciante a seres humanos que ha pesar de tener una vida complicada se aceptan y cumplen su rol con pasión. Uno de tantos cigarrillos terminó en el cenicero y la magia de este mundo paralelo termina, pero reiniciará en la clandestinidad de la próxima noche.

Los textos informativos – guía de escritura y estilo - María del Carmen Grillo

El texto de María del Carmen Grillo titulado Los textos informativos, guía de escritura y estilo se caracteriza porque a de transmitir, sin el menor equívoco, conceptos, datos, informaciones nuevas, en un texto que produce un saber. El texto se determina por los rasgos propios de los argumentos que organizan los acontecimientos y producen conocimiento. La autora combina la prosa de base explicativa, la narración o relato de hechos y la descripción, o representación de objetos: el acto de informar, debe describir, identificar y calificar hechos, narrar acontecimientos y proporcionar los motivos de esos hechos y sucesos. Aunque sin restringir la noción de lo informativo a lo periodístico, en el texto se encontrará numerosos ejemplos y contraejemplos tomados de la prensa, así como consideraciones sobre el estilo periodístico y la redacción de títulos y párrafos de inicio y cierre.

La obra de Carmen Grillo se divide en dos capítulos, los mismos que ayudaran a quienes se inician en la escritura, pero aquellos que deseen respuestas prácticas y sugerencias para escribir mejor también las encontrarán. En el Capítulo I llamado, “Consideraciones teórico-prácticas sobre la escritura”, se desarrollan las secciones sobre los rasgos de los textos informativos y el planteo del proceso de los problemas o los aspectos que se plantea quien escribe pensando en su lector, en sus conocimientos, en las circunstancias de producción y recepción, así como sobre sus párrafos de inicio y de cierre; las formas de citar, la presentación del impreso y una lectura lineal de cada tema, expuesto monográficamente.

El Capítulo II llamado, “Repertorio de dudas frecuentes” registra en forma alfabética voces y temas que dan orientación a las dudas lingüísticas, además de una lectura segmentada, con cada unidad de registro, lo que convierte en útil compañero de redacción y composición de textos de todo tipo.

Para la autora es fundamental manifestar que todo texto informativo trae sus instrucciones de interpretación, sugerencias y estímulos para producir otros, porque experimentamos el modelo que ofrece. Por otra parte la estructura acumulativa se percibe mejor en textos informativos de cierta extensión: el escritor no ha evaluado antes cómo organizar la información y la dispone sucesivamente, a medida que la recuerda.

En un texto informativo no se desaprovecha ninguna línea; cada uno contiene datos, presentados con concisión. Como una propiedad semántica de los textos, la coherencia depende del dominio del contenido, del conocimiento del monto de información necesario para el lector, del conocimiento de la clase de texto y de la situación. Si el texto informativo tiene alguna secuencia instruccional, los verbos deben mantenerse en una misma forma: en infinitivo, o en subjetivo, pero no pueden mezclarse caóticamente.

Un texto es coherente cuando los contenidos que desarrolla son pertinentes, organizados y cuando guarda una cierta relación con el universo referido o representado y con el contexto. En cambio un texto tiene cohesión cuando permiten establecer conexiones entre las unidades que componen un texto, además es una propiedad superficial, de la expresión sintáctica, oracional, que consiste en que las unidades lingüísticas o sintagmas se encadenan en unidades mayores y establecen relaciones.

Las primeras palabras de todo un texto son una señal poderosa para el lector; orientan sobre el género y el verosímil esperable, presentan el tema, ambientan un texto, incluso pueden desconcertar porque parecen la réplica o la comunicación de algo ya dicho. Es frecuente que algunos inicios de texto funcionen como expresiones de formulario. Es importante también que en la introducción se registren el propósito, el tema y su importancia y finalmente realizar una descripción metodológica. En las entradas se responden a las preguntas que permiten dar cuenta del hecho: el ¿Qué? ¿Quién? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué? De esta manera las entradas pueden tener una cita directa o indirecta, breve, e inmediatamente atribuida.

Por otro lado el cierre de un texto debe seguirse sencillamente, sin artilugios; el escritor remata una historia, recapitula la idea central de su exposición, enuncia una imagen o impresión general en una descripción o perfil y concluye lógicamente una argumentación. Está por demás manifestar que el cierre de un texto no termine por desfallecimiento, sino que se reserve algún dato, aunque no sustancial, para cerrar.

Para finalizar, el texto de María del Carmen Grillo, nos muestra que la escritura sólo puede desarrollarse escribiendo permanentemente, y esta escritura se alimenta de escritura y lectura diarias. Ante todo, es necesario un plan de escritura, en el que se consideran el total del tiempo disponible, el tono o nivel del escrito, correlativos del destinatario previsto y la extensión; la recolección de información; el análisis y la organización de las ideas propias y la planificación del contenido del escrito; la redacción, la revisión, y cada palabra que escribimos determina en parte las elecciones que podamos hacer después.

“La Obra Redentora” El ferrocarril y la nación en Ecuador, 1895 - 1930 - Kim Clark

"El ferrocarril nos ha costado, y seguirá costándonos enormes sacrificios e inmensas privaciones, dinero, lágrimas y sangre", señala Kim Clark al referirse a la construcción de este enorme proyecto al que se lo mentalizó, en teoría, como medio de unificación y conductor de armonía y progreso para un país separado por intereses elitistas.

La verdad es que esta gran obra, mentalizada por García Moreno y continuada con increíble empeño por Eloy Alfaro, y que pasó de mano en mano de ingenieros extranjeros de principio a fin, no logró ni de cerca su meta en la época de su construcción; las élites de la Sierra y la Costa vieron en él, como lo explica Clark, un modo de salvar sus propios intereses, a costa del bienestar nacional, dejando como resultado, para generaciones futuras, un pobre resto de lo que quiso ser la obra magna, sin haber logrado para nada la famosa unificación, y a un costo humano que pocas veces es tomado en cuenta.

Por una parte, explica Clark, la Costa cristalizó sus intereses basándose en la producción de cacao, producto primario hacia el mercado mundial por lo que se vio al ferrocarril como la oportunidad de atraer mano de obra hacia las enormes y productivas plantaciones; además se percibió la posibilidad de introducir a la Sierra los productos importados que llegaban al puerto de Guayaquil.

Pero, a gran escala, esta élite costeña y liberal concibió el proyecto como herramienta para transformar la Sierra, tanto para minar el poder de la Iglesia, como para liberar a la mano de obra indígena y para lograr la modernidad y el progreso.

Por otra parte, en la Sierra, aunque sus intereses no se enfocaban en crear un mercado laboral como en la Costa, ni el liberar la mano de obra indígena, se vio en el ferrocarril una manera de sacar sus productos de forma más ágil y segura, con la idea de venderlos en la región costeña, pero también de llegar a exportarlos.

Hasta fines del siglo XIX, los viajes y el transporte eran precarios y muy peligrosos, por lo que muchas áreas de la Sierra se mantenían prácticamente aisladas. Senderos estrechos, resbalosos o tragados por la vegetación exuberante, lluvias intensas, precipicios profundos, ataques de animales salvajes, eran algunas de las penurias que debían salvar quienes querían viajar en ese entonces por el Ecuador, y ni siquiera los más adinerados, que viajaban con un séquito entero de sirvientes, o viajaban cargados a espaldas de los indígenas, se salvaban de estos peligros.

Así, en el recorrido de la historia, visto el poco o ningún interés de los grupos de poder en trabajar por y para una meta común de unificación, la construcción del ferrocarril en el período liberal marcó no sólo las planicies y estribaciones de los Andes, sino que marcó también al país entero, moviendo procesos económicos y sociales hacia una pendiente que resaltó las diferencias profundas entre los liberales de la Costa y los conservadores de la Sierra y marcó contradicciones fundamentales en el pensamiento Liberal.

“Comunidades imaginadas” Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo - Benedict Anderson

“Mi punto de partida es la afirmación de que la nacionalidad, o la “calidad de nación” como podríamos preferir decirlo, en vista de las variadas significaciones de la primera palabra, al igual que el nacionalismo, son artefactos culturales de una clase particular”.

Las religiones sirven para dar respuestas para la fatalidad transformándola en continuidad y la contingencia transformándola en significado: con la modernidad del siglo XVIII en Europa desaparecían las respuestas religiosas, pero no los problemas. Se requirió entonces una secularización de estas respuestas: nación. Ej: naciones presuponen pasado inmemorial, siendo que en muchos casos con suerte alcanzan un siglo de antigüedad y futuro ilimitado: transformar azar en destino.

Anderson no está sugiriendo que el nacionalismo sucede históricamente a la religión. “Lo que estoy proponiendo es que el nacionalismo debe entenderse alineándolo, no con ideologías políticas conscientes, sino con los grandes sistemas culturales que lo precedieron, de donde surgió por oposición”. Es necesario matizar esta propuesta a la luz de la continuidad religiosa en América Latina y Chile; de hecho, preliminarmente se puede establecer una alianza entre la religión y el nacionalismo esencialista.

Precisamente no existía un nacionalismo clásico como comunidad imaginada, sino que una forma de hegemonía o de clientelismo de las regiones o ciudades menores con respecto a la pequeña metrópoli (capital administrativa).

La tesis de que el nacionalismo surgió en América, en mi opinión, ignora el hecho de que en su primera etapa éste consistió más que nada en una concepción política de la nación, es decir, de un vínculo entre la población a partir de la ciudadanía y el concepto de soberanía.

La inculcación del nacionalismo a nivel popular fue usada sólo desde una óptica de utilidad estratégica, ya sea militar reclutamiento o política a medida que avanzaba la inclusión de la población a los registros electorales.

El hecho de que efectivamente se necesitara la inculcación muestra que la comunidad imaginada no surgió espontáneamente en los sectores populares, sino que, por el contrario, se concibió como un instrumento de justificación, y por tanto, se debió a los intereses específicos de clase de los patriotas que como vecinos se aseguraron una cuota de poder que no habrían tenido en caso de una configuración hispanoamericana.

No hubo en el caso sudamericano un poder central que subyugara a las élites locales como en Francia o el resto de los “Estados modernos” europeos, sino que hubo poderes centralizadores en cada división administrativa. El discurso de la nación cívica en estos momentos fue justificatorio para la división con respecto a España y del uti possidetis mantenido por conveniencia.

La voz de los cerros y los páramos. Los universos indígenas andinos en su lucha por la educación y el respeto a sus identidades - Juan Marchena

“Los pueblos indígenas originarios, a todo lo largo del cordón andino, no solo fueron relegados durante décadas en los procesos educativos nacionales, sino que a través precisamente de una “educación nacional” han sido barridas o menospreciadas sus particularidades y especificidades, sus lenguas, sus formas organizacionales, sus culturas en suma…”

El ayllu estaba constituido por un conjunto de productores más o menos dispersos, unidos por los lazos cooperativos, a través de los cuales el grupo conseguía la pretendida autonomía económica. No tenía un tamaño completo. Al interior del ayllu no solo se trataba de compartir recursos. El trabajo, o mejor dicho la fuerza de trabajo, era igualmente repartido. El kuraka representaba la identidad colectiva, organizaba el trabajo y repartía las tierras. Era el que redistribuía los bienes obtenidos colectivamente y los excedentes productivos. Podía manejar el trabajo y la redistribución a favor de unos o de otros, de manera que pudo generar una red de lealtades en torno a su persona y a su grupo cuando no un ámbito clientelar mucho más extenso.

El estado colonial intervino en la dinamización del nuevo sistema económico a través de dos decisiones importantes: la conversión del tributo en especies al tributo en moneda y el subsidio de la mano de obra indígena, que sería canalizada a las áreas productivas mediante el sistema de la “mita”, antigua institución prehispánica que ahora servía para crear un sistema de trabajo forzado a gran escala, que incluía toda la población indígena tributaria comprendida entre los 18 y 60 años de edad. La mita se generalizó y la distribución de los indios mitayos corrió por cuenta de los mismos caciques, que debían de proveer de fuerza de trabajo indígena a todas las actividades económicas de las élites coloniales, a los obrajes y haciendas fundamentalmente.

La fuente principal de la riqueza de los conquistadores fueron las “encomiendas” o “repartimientos de indios”. Mediante ellas los conquistadores convertidos en encomenderos podían disponer de un número de indios, generalmente parcialidades enteras, que no solo les tributaban en especies o dinero, sino que les servían de mano de obra. La posesión de encomiendas les proporcionaba prestigio, poder y riqueza, sobre todo por la posibilidad de acceso a la propiedad de la tierra. Se veía en la encomienda un medio para poder facilitar la evangelización, asegurar el control dirigente militar compuesta por los encomenderos y favorecer un orden jerárquico, necesario para la nueva sociedad que se estaba creando. El desplazamiento de la encomienda como fuente principal de riqueza y generación de otras formas importantes de enriquecimiento, que se derivaban de la misma explotación minera y el comercio en general.

El kuraka obligo a sus súbditos a asumir costas y riesgos que, desde el punto de vista andino, correspondían al estado. Para satisfacerlo, toda la comunidad tuvo que dedicar parte de su producto al comercio monetario y, por lo tanto, disminuyó la proporción disponible para los intercambios, la base de la reciprocidad o redistribución andinas.

El gamonalismo, constituyó el nudo vertebrador de la política y la economía regional, a costa de las tierras y los brazos de cientos de comunidades que fueron invadidas y disuelta, y sus comuneros transformados en colonos de las haciendas. El gamonal, quien dispuso que pudieran permanecer en la tierra del antiguo ayllu como peones. A cambio de permitirles cultivar ciertas parcelas que les asignaban trabajarían para él como peones y a él debían asegurarles su lealtad y algunas prestaciones de servicios.

A pesar de todas estas presiones, las comunidades indígenas han defendido con éxito la mayor parte de sus instituciones autóctonas, y en su constitución interna conservan rasgos fundamentalmente andinos.

Malinche – El malinchismo o el lado femenino de la sociedad mestiza - Milagros Palma

Malinche es la heroína de la conquista española en América que encarna el mestizaje y como tal ha sido modificada de muy diversas maneras. Malinche es el personaje idóneo de la mitología mestiza para explicar la derrota del mundo”.

Un proceso en el que la historia mexicana fue recreada por el poder con mucho de ideario folclórico, y dio cobertura a la proyección del mito de la Malinche, el que se construía con algunas de las imágenes tipo más persistentes de la mujer india; iconos culturales polivalentes que desde la Ilustración se debaten entre significados positivos o negativos.

Esto es, símbolo materno de la realidad interétnica de la nación y puente entre culturas, o alegoría de la claudicación ante el conquistador: la Malinche traidora a su pueblo. Una dinámica que, además, señala la singular historificación del mito en América, o viceversa, la historicidad de doña Marina es fagocitada por el mito. Si Malinche, aborigen en México, no hubiera existido hubiera sido necesario inventarla para la justificación de la desgracia del mestizo.

Doña Marina que “Por el amor de un pueblo, marcó el signo de una conquista en la que Cortés se llevó la gloria”. Figura confirmada como mito fundacional mexicano que significa la identidad mestiza: los hijos de la chingada, en la obligada cita a las fundamentales reflexiones de Octavio Paz. Madre de una prole despreciada y abandonada por el padre, el varón ausente. Resumen de la traición y sumisión ante la violación del conquistador, en lo que se ha pretendido como núcleo de la esencia femenina hispanoamericana.

Pero, también, la Malinche, que en la clave del drama teatral la erige en salvadora de los pueblos indios oprimidos por el Imperio Azteca, redentora de la nación por la realidad nueva del mestizaje. Así, la deconstrucción de los mitos patriarcales acentúa el de la Malinche, punto de referencia de la reacción contra la traición de la Chingada interpretada por Octavio Paz que reclama otra tradición interpretada por la crítica feminista: una Malinche epicentro del viejo y el nuevo mundo, dueña del privilegio masculino del discurso intercultural a través del dominio del lenguaje.

El Malinchismo que enuncia la inferioridad indígena y mestiza, y fundamenta la femenina, además se refleja como arquetipo de lo femenino o también como imaginario colectivo multifacético que se entrecruza con otros arquetipos. Son las consecuencias del trauma de la conquista, coartada del exacerbado machismo hispanoamericano.

Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina - Aníbal Quijano

La idea de raza e identidad fueron establecidas como instrumentos de clasificación social básica de la población. De este modo, raza se convirtió en el modo básico de clasificación social universal de la población mundial.

La colonialidad es la asociación entre el nuevo sistema de dominación social fundado en la idea de “raza” y de un nuevo sistema de explotación del trabajo, que consiste en la combinación de todas las formas de explotación en una única estructura de producción de mercancías para el mercado mundial, bajo la hegemonía del capital, es decir formando en su conjunto el capitalismo mundial, no sería posible de otro modo.

“América, la modernidad y el capitalismo nacieron el mismo día”, con ello Quijano reitera que, la imposición del primer horizonte colonial es simultánea a la formación de la América hispana del siglo XVI. Por tanto, la emergencia del capitalismo histórico no puede desligarse del espectro colonial en Latinoamérica y de las explosiones de constelaciones que implican rupturas con el poder.

El patrón de dominación entre colonizadores y colonizados fue organizado y establecido sobre la base de la idea de “raza”. Las implicaciones de esa clasificación fue el despojo no sólo de sus tierras sino de sus identidades, es decir, aztecas, incas, mayas, araucanos, aymaras, etc., pasaron a ser simplemente indios.

Pero como sede y fuente de relaciones sociales y culturales concretas fundadas en diferencias biológicas, la idea de raza se gestó junto a América, la modernidad y el sistema-mundo.

Europa impuso su dominio colonial sobre todas las regiones y poblaciones del planeta, incorporándolas al sistema-mundo con la finalidad de atribuirles nuevas identidades neoculturales. En efecto, todas las experiencias, historias, recursos y productos culturales, terminaron también articulados en un solo orden cultural global, además bajo todas las formas de control de la subjetividad, de la cultura, y en especial del conocimiento, de la producción del conocimiento.

Los europeos fueron llevados a sentirse no sólo superiores a todos los demás pueblos del mundo, sino, en particular, naturalmente superiores. Los europeos generaron una nueva perspectiva temporal de la historia y reubicaron a los pueblos colonizados, y a sus respectivas historias y culturas, en el pasado de una trayectoria histórica cuya culminación era Europa. Por lo que los pueblos colonizados eran razas inferiores y por ello anteriores a los europeos.

El eurocentrismo se refiere a una específica racionalidad o perspectiva de conocimiento que se hace mundialmente hegemónica colonizando y sobreponiéndose a todas las demás, previas o diferentes, y a sus respectivos saberes concretos, tanto en Europa como en el resto del mundo. “Aquí la tragedia es que todos hemos sido conducidos a ver y aceptar aquella imagen como nuestra y como perteneciendo a nosotros solamente. De esa manera seguimos siendo lo que no somos. Y como resultado no podemos nunca identificar nuestros verdaderos problemas, mucho menos resolverlos, a no ser de una manera parcial y distorsionada”.