Violetta, una adolescente con sueños de grandeza, es una muchacha hermosa y bella que no reniega de su suerte y salta sobre los obstáculos que halla en su camino. Aunque esté en el fango logra salir a flote siempre y crea un campo ético ilusorio, gracias a su personalidad, a su carácter marcado por la transgresión, a su ingenio, y a su mirada cruda y sincera de lo que es la vida basada en intereses materiales. Es excesiva, nada es suficiente para ella, desde pequeña toma las riendas de su propia vida, es una soñadora, de considerable inquietud intelectual, de gran imaginación y personalidad, su habilidad para el crimen y sobre todo su carácter rebelde le acarrean numerosos problemas.
Resplandeciente, con una nube luminosa, pasa arrastrando en su conjunto, todos los diversos elementos que componen la humanidad. Su belleza, su ingenio y su elegancia, hacen que siempre viva al borde. Si tiene penas, no las divulga, en su rostro no se adivina el despecho, ni los celos, ni los sufrimientos de un espíritu inquieto.
Se adapta al salvaje mundo que la rodea, a vivir vulnerable, rodeada por la soledad, los prejuicios y sobre todo movida por un irrefrenable rechazo a la pobreza y la mediocridad. Esta joven mexicana de clase media vive una negación histérica y repetitiva de su pasado, experimenta el amor, la traición, disfruta del dinero y lo gasta desenfrenadamente. Irá definiéndose a sí misma más por lo que no quiere ser que por aquello que verdaderamente es. Su aspecto da la sensación de desconformidad pero es, sin embargo, admirablemente proporcionada.
Violetta vive para disfrutar, tiene agallas, tenacidad y astucia; nació linda, joven, atrevida, ingenua, manipulada y manipuladora, excesiva e intensa. Es consciente de sus atractivos, cuida su cuerpo y su arreglo personal, es coqueta y un poco vanidosa. Tiene la sensación de ir más rápido que los demás, todo le da igual como si todo lo que le pasara alrededor fuera de un tiempo ajeno. Obedece al destino, a sus necesidades y hasta sus caprichos, que a la hora de la hora son los que contaban. Además quiere ser lo peor, pero por gusto: libre, pelirroja, gringa, rica, puta, etc. Violetta es “rápida”, “puta” y “tramposa”, pero por que así lo decidió.
Violetta emprende un doble viaje, interior (psicológico) y físico (geográfico), que le lleva a atravesar sus propios límites y a cruzar. Pero las fronteras que ella cruza y que son las más difíciles son las propias: cuando va a bailar enfrente del hijo del jardinero y se le va a exhibir. Cuando le va a robar el dinero a sus padres. Cuando se niega a seguir siendo aquella Rosa del Alba Rosas Valdivia, la niña sensata y correcta que no infringe cosa alguna. Cuando ella va a seducir al primer gringo que se cruce por su camino para que la salve. Cuando indaga en la frontera que separa a los hombres de las mujeres. Cuando pone en entredicho la mojigatería del mundo urbano. Cuando toca fondo aprende lo que es la vida y gracias a esa experiencia no se da por vencida y sale adelante. Cuando aprende a dar buen uso a su cuerpo al descubrir que “una mujer con el escote en su lugar tiene todas las armas para mover al mundo”. Cuando una ciudad se muestra ante sus ojos como una enorme máquina de consumo y excentricidad.
Resplandeciente, con una nube luminosa, pasa arrastrando en su conjunto, todos los diversos elementos que componen la humanidad. Su belleza, su ingenio y su elegancia, hacen que siempre viva al borde. Si tiene penas, no las divulga, en su rostro no se adivina el despecho, ni los celos, ni los sufrimientos de un espíritu inquieto.
Se adapta al salvaje mundo que la rodea, a vivir vulnerable, rodeada por la soledad, los prejuicios y sobre todo movida por un irrefrenable rechazo a la pobreza y la mediocridad. Esta joven mexicana de clase media vive una negación histérica y repetitiva de su pasado, experimenta el amor, la traición, disfruta del dinero y lo gasta desenfrenadamente. Irá definiéndose a sí misma más por lo que no quiere ser que por aquello que verdaderamente es. Su aspecto da la sensación de desconformidad pero es, sin embargo, admirablemente proporcionada.
Violetta vive para disfrutar, tiene agallas, tenacidad y astucia; nació linda, joven, atrevida, ingenua, manipulada y manipuladora, excesiva e intensa. Es consciente de sus atractivos, cuida su cuerpo y su arreglo personal, es coqueta y un poco vanidosa. Tiene la sensación de ir más rápido que los demás, todo le da igual como si todo lo que le pasara alrededor fuera de un tiempo ajeno. Obedece al destino, a sus necesidades y hasta sus caprichos, que a la hora de la hora son los que contaban. Además quiere ser lo peor, pero por gusto: libre, pelirroja, gringa, rica, puta, etc. Violetta es “rápida”, “puta” y “tramposa”, pero por que así lo decidió.
Violetta emprende un doble viaje, interior (psicológico) y físico (geográfico), que le lleva a atravesar sus propios límites y a cruzar. Pero las fronteras que ella cruza y que son las más difíciles son las propias: cuando va a bailar enfrente del hijo del jardinero y se le va a exhibir. Cuando le va a robar el dinero a sus padres. Cuando se niega a seguir siendo aquella Rosa del Alba Rosas Valdivia, la niña sensata y correcta que no infringe cosa alguna. Cuando ella va a seducir al primer gringo que se cruce por su camino para que la salve. Cuando indaga en la frontera que separa a los hombres de las mujeres. Cuando pone en entredicho la mojigatería del mundo urbano. Cuando toca fondo aprende lo que es la vida y gracias a esa experiencia no se da por vencida y sale adelante. Cuando aprende a dar buen uso a su cuerpo al descubrir que “una mujer con el escote en su lugar tiene todas las armas para mover al mundo”. Cuando una ciudad se muestra ante sus ojos como una enorme máquina de consumo y excentricidad.
Eddy NDA
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