domingo, 2 de agosto de 2009

El mundo “Drag Queen”

Una dorada luna, se extiende como único faro sobre la noche quiteña. La calle Manuel Larrea, muestra todavía rastros de su sórdido pasado, de mujeres de la vida y ansiosos visitantes noctámbulos. De repente en esa pesadumbre de casas sin rostro y calles muertas, una enorme estrella con luces navideñas aparece colgada del techo de una pintoresca casa.

Cruzo el portal para encontrar una pileta de piedra y unas gradas curvas decoradas con una larga enredadera que conducen al segundo piso. Se abre la puerta y un rostro sonriente, con uñas largas y muy vistosas. Manos fuertes y varoniles. Tacones altos, muy altos. Un vestido azul brillante moldea su cuerpo sensual. Sus párpados están cubiertos de escarcha. Llama la atención sus carnosos labios de color sangre. Me recibe con agrado Joffre Tapia, tiene 34 años y hace teatro drag desde algún tiempo en el Café Dionisios.

Es casi las 9:15 de la noche de un viernes de julio y los tambores suenan, la gente baila. Es una especie de carnaval. Sentado en una silla de metal y con un cigarrillo en su mano, Joffre explica que hacer teatro drag es una expresión de arte. “No es cuestión de ponerse un vestido y hacer la mariconada, pues no cualquiera puede hacerlo”.

Para maquillarse se necesita una o dos horas. “La primera vez que me maquillé fue horrible y ni qué decir de los tacones altos”. Lo que siempre debe llevar un Drag Queen, es sus tacones muy altos porque son unas reinas que deben imponerse. Un Drag Queen siempre es una diva. “En una ocasión resbalé y me pegué un suelazo pero lo bueno fue que la gente pensó que era parte del show”, añadió Joffre.

Para Natalia Sierra, socióloga de la “Universidad Católica del Ecuador”, los Drag Queen son hombres que exageran el estereotipo que se denomina femenino, debido a que la resistencia cultural a parodiar e ironizar la feminidad conlleva a la deconstrucción de dicha feminidad, no solo desde los ámbitos del cuestionamiento, sino desde la mofa.

A decir de Joffre, hacer drag es sacar lo que lleva en lo más íntimo de su corazón. “En escena me despapayo. Es dar a conocer que estoy vivo. Estoy aquí y sólo déjenme hacer lo que quiero”.


“El Drag Queen es justamente el romper los estereotipos y las formas. Además es un estilo que exagera los roles estereotipados de cada género”, añade Joffre.

Gabriela Jaramillo, quien es lesbiana y representante de la Fundación de Estudios, Acción y Participación Social (FEDAEPS), define al Drag Queen como un ser que juega con un personaje andrógeno que no tiene sexo, que no tiene género. “Ese ser andrógeno que estamos mirando es el que nosotros estamos queriendo para la juventud. Que ya no tengan que entrar en esa cuestión tan cuadrada de que el hombre masculino, la mujer femenina, la mujer para la casa, el hombre para la calle, todos esos estereotipos se rompen”.

Dentro el ambiente es acogedor, el olor a incienso se esparce por unas pocas mesas, con velas expuestas frente a un pequeño escenario. La música electrónica invade las paredes, finalmente se acercan Xavier, Martín y Cayetana quienes ofrecerán en tan solo una hora un show muy especial.

Son las 9:30pm, Xavier, Martín y Cayetana sufren un cambio superior. Sus rostros es un lienzo para una obra de arte, sobre la base, el delineador negro se desliza con suavidad sobre sus ojos, cejas, labios y da formas extravagantes a los mismos. Luego aparece color en los labios, ojos y el toque indispensable la escarcha. Sus ropas llenas de color y glamour, cubiertas de luces, envueltas por cedas y fastuosos vestidos que en muchos casos recuerdan a películas futuristas, separadas de la tierra por decenas de centímetros que poseen sus tacones y con el objeto de escandalizar, de desafiar, de dar espectáculo, las convierte en verdaderas divas, en reinas de la noche.


Regreso al puesto de espectador, el sonido de una campana hace que las luces se apaguen y una voz anuncia el nombre de la obra, “Mujer de casa”. Se abre el telón, el majestuoso espectáculo ha comenzado.
Mientras tanto Joffre manifiesta con un poco de enojo que “no se puede generalizar y decir que todos los Drag Queen son homosexuales. Muchos de ellos lo hacen por amor a la actuación. Aman hacerlo porque es una manera de sacar a flote su naturaleza femenina y verse como ellos desean”.

Patricia Lucero, psicóloga general, explica que “un Drag Queen no posee un trastorno mental, más bien es un componente hormonal. Puede presentarse en la niñez por muchos aspectos, por ejemplo por haber sido víctima de un abuso sexual por parte de alguien de su mismo sexo”. A decir de Patricia, la figura exageradamente femenina de los Drag Queen, los convierte en protagonistas, hasta tal punto que florece el carácter erótico sexual sobre todas las cosas. Pero esto no quiere decir que los Drag Queen estén representados por homosexuales.

“Entonces queda claro que ser Drag Queen no implica necesariamente la homosexualidad, sino el adaptar papeles dramáticos, lúdicos, teatrales a personajes que se atreven a indagar en los lados ocultos de su personalidad. El drag es un mundo en el que prima la connotación artística y que lleva a escena personajes caricaturescos, llenos de sensibilidad y creatividad”, añade Joffre.

Culmina la obra con un júbilo de aplausos. Se cierra el telón, pero queda la sensación de que los Drag Queen aún son fuente de miras acusadoras. Miradas que contemplan de manera extraña y denunciante a seres humanos que ha pesar de tener una vida complicada se aceptan y cumplen su rol con pasión. Uno de tantos cigarrillos terminó en el cenicero y la magia de este mundo paralelo termina, pero reiniciará en la clandestinidad de la próxima noche.

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