domingo, 2 de agosto de 2009

“La Obra Redentora” El ferrocarril y la nación en Ecuador, 1895 - 1930 - Kim Clark

"El ferrocarril nos ha costado, y seguirá costándonos enormes sacrificios e inmensas privaciones, dinero, lágrimas y sangre", señala Kim Clark al referirse a la construcción de este enorme proyecto al que se lo mentalizó, en teoría, como medio de unificación y conductor de armonía y progreso para un país separado por intereses elitistas.

La verdad es que esta gran obra, mentalizada por García Moreno y continuada con increíble empeño por Eloy Alfaro, y que pasó de mano en mano de ingenieros extranjeros de principio a fin, no logró ni de cerca su meta en la época de su construcción; las élites de la Sierra y la Costa vieron en él, como lo explica Clark, un modo de salvar sus propios intereses, a costa del bienestar nacional, dejando como resultado, para generaciones futuras, un pobre resto de lo que quiso ser la obra magna, sin haber logrado para nada la famosa unificación, y a un costo humano que pocas veces es tomado en cuenta.

Por una parte, explica Clark, la Costa cristalizó sus intereses basándose en la producción de cacao, producto primario hacia el mercado mundial por lo que se vio al ferrocarril como la oportunidad de atraer mano de obra hacia las enormes y productivas plantaciones; además se percibió la posibilidad de introducir a la Sierra los productos importados que llegaban al puerto de Guayaquil.

Pero, a gran escala, esta élite costeña y liberal concibió el proyecto como herramienta para transformar la Sierra, tanto para minar el poder de la Iglesia, como para liberar a la mano de obra indígena y para lograr la modernidad y el progreso.

Por otra parte, en la Sierra, aunque sus intereses no se enfocaban en crear un mercado laboral como en la Costa, ni el liberar la mano de obra indígena, se vio en el ferrocarril una manera de sacar sus productos de forma más ágil y segura, con la idea de venderlos en la región costeña, pero también de llegar a exportarlos.

Hasta fines del siglo XIX, los viajes y el transporte eran precarios y muy peligrosos, por lo que muchas áreas de la Sierra se mantenían prácticamente aisladas. Senderos estrechos, resbalosos o tragados por la vegetación exuberante, lluvias intensas, precipicios profundos, ataques de animales salvajes, eran algunas de las penurias que debían salvar quienes querían viajar en ese entonces por el Ecuador, y ni siquiera los más adinerados, que viajaban con un séquito entero de sirvientes, o viajaban cargados a espaldas de los indígenas, se salvaban de estos peligros.

Así, en el recorrido de la historia, visto el poco o ningún interés de los grupos de poder en trabajar por y para una meta común de unificación, la construcción del ferrocarril en el período liberal marcó no sólo las planicies y estribaciones de los Andes, sino que marcó también al país entero, moviendo procesos económicos y sociales hacia una pendiente que resaltó las diferencias profundas entre los liberales de la Costa y los conservadores de la Sierra y marcó contradicciones fundamentales en el pensamiento Liberal.

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